Por Carlos Lozano
Si un gobierno quiere en verdad desarrollar, debe de facilitar y apoyar a los negocios con un ambiente que de confianza, servicios públicos eficientes, y en general, una sociedad en donde los ciudadanos puedan disfrutar del fruto del trabajo propio.
Por ello, quizá pensará que México (o su estado/municipio) deberá aspirar a convertirse en un país como Arabia Saudita, Qatar, Kuwait que son muy ricos por estar “sobre una mina de oro” y viven de sus rentas. Sin embargo, son las políticas alrededor de un recurso las que generan desarrollo.
En concreto: las vocaciones locales, es decir explotar una condición local sin una estrategia de desarrollo, son el camino equivocado al desarrollo económico. Aprovechar las vocaciones locales no generará una sociedad rica, próspera y desarrollada, genera situaciones muy peligrosas e inestabilidad, como lo que ocurre social y políticamente en los países mencionados, además de Venezuela, Irán, Nigeria, Irak, Emiratos Árabes o Libia, entre muchos otros no petroleros.

El desarrollo es cuando la gente puede tener la vida que desea.
Si el gobierno (estado) pretende distribuir la riqueza de una fuente existente (vocación local), haciendo todo lo posible por mantener el consenso, la estabilidad social y la legitimidad política con el recurso existente, nunca invertirá en el desarrollo de la población para que se cree capital (dinero-riqueza). Si no se contribuye a crear capital, en lugar de sólo distribuirlo, no habrá desarrollo.

El dinero de estos programas no contribuye a generar riqueza y crean más desigualdad económica.
Al hablar con numerosos funcionarios de todo el país, la ubicación y explotación de las vocaciones locales es una de las frases comunes de aquellos encargados del desarrollo económico (como los regidores o secretarios). Pero convertirse en un gobierno que fomenta la explotación de una vocación local (recurso) no sólo es una mala idea para obtener recursos, sino que es un error: una puerta falsa.
Estoy seguro de que ya ha escuchado antes este término o por lo menos ha trabajado en algún proceso relacionado al mismo. El trabajo en torno a las vocaciones locales para algún estado o municipio se enfoca en aprovechar algún recurso natural o alguna circunstancia local, como el clima, agua, mineral, animal, etc.
Abundan, por ejemplo, lugares que quieren impulsar agronegocios, porque “la tierra es fértil”; el cultivo de frutos tropicales porque “tenemos un clima tropical”; la explotación minera porque “tenemos minerales en nuestra tierra”. También son comunes algunos otros como enfocar los esfuerzos en algún elemento concreto como un puerto, aeropuerto o autopista porque “tenemos una ubicación geográfica privilegiada”; también se escuchan aquellos que sugieren las maquiladoras “porque estamos en la frontera y hay mucha mano de obra”; y por supuesto, la madre de todos, vender petróleo “porque tenemos una riqueza bajo nuestros pies”.
Dicho sea de paso, fomentar el turismo es similar “porque tenemos mucho patrimonio cultural” o “playas bonitas”; al igual que ayudar a los migrantes “porque nos mandan remesas”.

Por supuesto que no debe dejar de apoyar estas actividades productivas, pero se debe pensar que estos negocios no son un fin en sí mismo, y no se deben promover porque va a conseguir votos o apoyo político: es una pésima idea. El caso de Nicolás Maduro y Hugo Chávez en Venezuela, en donde regalaron todo el dinero del petróleo para obtener votos y apoyo popular, es un ejemplo. Vea el infierno en el que se ha convertido.
El apoyo debe ser un paso intermedio, parte del camino para aprovechar lo que tenemos y reinvertirlo en actividades de más valor que generen capital y riqueza. Como el hijo del tortero que se fue a estudiar al extranjero gracias a las tortas, tenemos que usar lo que tenemos para pasar a la siguiente actividad. Esto es movilidad social y desarrollo.
Por ejemplo, para los invernaderos de tomate, el gobierno tiene que ayudar a los productores a encontrar donde vender los productos, dar la infraestructura operativa que necesitan, y el apoyo para investigar y desarrollar más para que puedan pasar de cultivar tomates todo el año, a vender salsa catsup, y luego a crear una marca (la cual vale muchísimo más que los tomates). Todo para que los productores no terminen vendiendo en los semáforos de alguna ciudad.